viernes, 17 de diciembre de 2010


8 ºC. Frío seco que hacía que cada respiración se convirtiese en miles de puñaladas en sus pulmones. Las lágrimas recorrían sus mejillas. Cada sollozo le ahogaba un poco más. Le odiaba, no podía más. Odiaba pasar día tras día con el. Viendo sus gestos de superioridad, sus continuos desprecios, el cambio radical que había pegado. No sabía cómo había llegado a esto. Lo de esa noche fue la gota que colmó el vaso. Aquello había llegado demasiado lejos. No podía soportarlo más. Necesitaba huir de todo. Escapar de él, de aquello.

No se sentía las manos ni los pies, si se quedaba ahí más tiempo enfermaría. Entraría en hipotermia. Se levanto de la acera y se dirigió a un bar cercano. Aquel lugar era lo más deprimente y sucio que había visto en su vida. Pero le servía. Pidió una cerveza, luego otra, así hasta llegar a unas 7... Necesitaba ir al baño o su vejiga estallaría. Se levantó a duras penas del taburete y se dirigió al baño tambaleándose, su sorpresa fue que no encontró ningún letrero que pusiese "SEÑORAS" así que entro en la única puerta que había. No debían acudir muchas mujeres allí. Normal. Estaba hecho todo un asco, pero no le importó mucho. Se miro al espejo, estaba horrible. Necesitaba otra cerveza. Al salir se chocó con un hombre.
-¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este?
- Comprate una frase nueva y apártate.
- Eh! ¿Dónde has dejado tus modales jovencita?
- Ahí, justo donde acabo de dejar algo más - señala el váter.
Intenta salir pero el se pone de nuevo en medio
- ¡No estoy para gilipolleces, dejame salir!
- Qué humor tan amargo mujer.
- Es lo que hay, la vida que es así de dura.
- Eh! A mi no me vaciles bonita, que no soy uno de tus amiguitos. Deberías tener más cuidado con los desconocidos, ¿no crees?- la empuja hacia dentro del baño.
- ¡¿Que cojones haces!? Dejame imbécil.
- Creo que te tendré que enseñar yo modales que veo que no los tienes aprendidos.
- ¡Ah! ¿si? Un tío que huele a alcohol, que no se afeita desde hace días... y que encima tiene la cremallera baja de los pantalones va a enseñarme modales. Soprendeme.
- Ups! Bueno, mira una cosa menos tienes que hacer.
- ¿Perdona? Mira, no te toco ni con un palo y mucho menos tus pantalones.
- Buena respuesta chica dura, te invito a una cerveza.
- No lo necesito- se cuela debajo de su brazo y sale del baño.

Pide otra cerveza y se sienta en el mismo taburete de antes... El hombre se acerca y se sienta a su lado. La observa descaradamente.

- Quizá una foto te dure más. Deja de mirarme.
- Es que no se ven todos los días chicas así por aquí.
- Ni nunca, qué chica en su sano juicio querría entrar en esta pocilga.
- Entonces qué haces aquí.
- Lo acabo de dejar bien claro.
- Vale, lo pillo. ¿Qué te pasa? Es mejor soltar las cosas y a veces un desconocido puede ser una buen psicólogo.
- No gracias.
- Necesitas desahogarte.
- No será contigo.
- Como tu veas- deja un billete encima de la mesa y se levanta.

- ¡Oye!- el hombre se da la vuelta y la mira;- pero quizá un poco de compañía no me venga mal.
- ¿Segura?

Se levanta y se dirige al baño. El chico vas tras ella. Ella se tira encima de el, le besa apasionadamente.

- ¿Segura?
- Deja de preguntar tanto y bájate los pantalones.
- ¿Por qué no lo haces tú?
- Te lo dije antes, que no los tocaría.


Lo empuja contra las baldosas frías de aquel baño. Tira de su camiseta le besa el pecho, el cuello, le muerde los labios. El le sube la falda y mete su mano por debajo del sujetador. Ella no es de esas que hacen esto, pero esa noche solo tiene una cosa en mente: Actuar y luego pensar.
Como parece que hacía la gente con ella...






1 comentario:

Bé:) dijo...

uff... que texto deja mucho que pensar.
Cuando estamos tan tristes, las lagrimas y esa tristeza aveces no nos deja pensar.