miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿Amar o ser amada?

Estas harta de enamorarte como una tonta y pasarte las 24h del día pensando en ellos y llorando desesperada cuando no te llaman. De ser el tipo de chica que cuando ellos dicen: "Salta", pregunta: "¿desde qué altura?". Harta de ser la que siempre, siempre se enamora y la que luego se lleva todos los palos. Piensas que debes seguir adelante tu vida y no dedicarte en cuerpo y alma a mantener una relación. Nadie se queda si no se arrima al fuego. Te cansas de tantas derrotas amorosas.

Cambias de mentalidad...

Luego te conformas con el primero que te muestra un poquito de atención, aquel se vuelca al 100% en ti. Te quiere y tú, bueno, te dejas querer. Piensas que quizá toda la historia no sea como las películas de Hollywood: el amor apasionado, la sensación de extásis cuando él te promete amor eterno... Quizá nada de eso exista y aunque existiese, ésta sensación de tener los pies en el suelo resulta mucho más segura, más real. En cualquier caso prefiero ser la persona amada antes que la persona que ama, así no pierdes el control.


¿Dejarte llevar o tenerlo todo bajo control?
A nadie le gusta sentirse expuesto. Pero el amor implica eso. Es impredecible, incontrolable y te lleva a lo más alto en un segundo. Implicarse, atreverse, dejarse llevar. Será verdad eso de que...




Celia Hernández.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Vuelta a lo mismo


Bien, una vez más me doy cuenta de que se cumple mi regla de oro: "Por muy jodida que estés o que parezca que está todo: hay que dejar que las cosas se alineen solas, dar tiempo al tiempo".

No puedes construir la casa empezando por el tejado, hay que ir cogiendo cada ladrillo, llenarlo de cemento e ir apilandolos uno a uno. No hay más. Y aunque la teoría me la se a la perfección en la práctica parece que fallo. Será la poca paciencia que "Dios me ha dado" que hace que salgan a la luz las inseguridades, aquellas que parecían estar guardadas y archivadas pero, según tengo comprobado, resurgen de vez en cuando. No aprendo y me dejo llevar por esos sentimientos negativos. Y claro, después pienso (sí después, al revés lo sé) y me doy cuenta de lo masoquista que pedo llegar a ser conmigo misma.
Pasa el tiempo y piensas: "Anda, ya parece que va a mejor la cosa". Y te alegras, claro.
¡Tonta, tonta y mil veces tonta! (...)

Tengo que hacer caso a una profesora que ya nos ha comentado que " debemos ir cultivando aquello llamado paciencia, pues será de vital importancia en nuestro trabajo". Y aunque solo sea por el bien de mi futuro laboral: habrá que hacerla caso.




Celia Hernández.