Ansiaba la resbaladiza humedad del cuerpo de una mujer.
+ Su presencia era incuestionable; tenía una forma de lo más desagradable de invadir todos y cada uno de sus pensamientos y sus sentidos. La rodeaba por completo, la envolvía y hacía que se sintiera extrañamente mareada.
- ¿Sabes? Puedo proporcionarte un placer tan intenso que ni siquiera podrías imaginártelo.
Ella se estremeció de la cabeza a los pies... Sería tan fácil dejar que le demostrara sus palabras.
+ No me interesa tu propuesta. Ya te lo he dicho: La próxima vez que me acueste con un hombre, quiero que están involucradas otras partes de su cuerpo además de las obvias.
El hombre dio un respingo y se separó de ella como si lo hubiera abofeteado.